El tiempo o su falta

Observo a mis estudiantes de licenciatura. Las edades van de 19 a 21 años, tal vez no fue hace tanto. Hay que recordar que apenas tengo 28 años y el hecho de tener una hija no me hace más viejo, es más ni siquiera debería hacerme más maduro. Los ejemplos abundan entre aquellos que tiene uno, dos, tres hijos, los que sean y nunca dejan de comportarse como adolescentes.
Al final lo único que ha logrado mi edad no es ni madurez, ni más inteligencia (¿más?), ni una sabiduría profunda (¿profunda?, no gracias), lo único que he logrado es que el día no es suficiente para hacer todo lo que me propongo hacer. Mis estudiantes afirman que es a ellos a quienes el tiempo no les alcanza, pero se ponen de acuerdo un lunes por la tarde para verse en la noche e irse a tomar. Carajo, yo lo hice y lo disfruté mucho y todavía ahora lo extraño.
A qué vienen estas quejas, pues a mi imposibilidad de leer lo que quiero, ver la televisión, postear a gusto, consumir múltiples bebidas sin preocuparme por que voy a llegar tarde a donde sea. Es una queja por tantas actividades y tan poco tiempo. También es una queja por este jodido país, en donde con un sueldo no alcanza para malvivir. En donde se tiene que trabajar al doble o triple para poder mantener una niña, de eso estoy hablando, todo lo que hago es para mantener una hija. La pregunta es obligada: ¿qué hacían mis abuelos para mantener a ocho mocosos?
Preocupaciones de pequeño burgués dirían algunos, pero muy mis preocupaciones, chinga.
El caso es que he decidido postear más y quejarme más, también. Ahora que ya he tomado la decisión nomás falta que lo haga, ese es un trecho muy largo que no sé si voy a cruzarlo seguido. Pero el mundo está llenos de buenas intenciones y esta es una más.

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