De la posibilidad dialéctica entre Marx y los Rolling
“¡Morirán morirán
tronarán burgueses
tronarán!
¡Vendrán los proletarios
y os acabarán!”
Parménides
García Saldaña

Esta anécdota anterior pinta casi
por completo cómo fue la locura final que Parménides fue tiernamente cultivando
a lo largo de su corta vida.
Es probable que todo comenzara en
su niñez, cuando era la esperanza de su familia clasemediera que vivía en la
Narvarte. Existe una anécdota que cuenta Rosa Carmen Ángeles que nos muestra
que desde niño le gustaba las experiencias nuevas:
Un
primo suyo cuenta que, en su infancia, en una ocasión, Parménides se extravió
en un día de campo: ¿Y Parme? ¿No han visto a Parme? ¿Dónde andará Parme? Llena
de mortificación la familia se disparó en su búsqueda. ¿Qué había hecho? Cuando
de repente una tía suya apareció con los ojos desorbitados, jalando muy fuerte
de una mano al niño y vociferando: “¡Válgame Dios! ¡Mira este chamaco” estaba
debajo de una perrita que acababa de parir, chupándole la leche. ¿Pues qué
Rómulo y Remo?[2]
Rápidamente su familia se
decepcionó de él. Escuchaba rock y le gustaba leer. Era un adolescente de su
época, vivió la brecha generacional de los sesentas con toda la intensidad
posible. Para molestar a sus padres, él, un hombre conservador que en su
juventud se había interesado por el marxismo y ella, una mujer cuadrada que se
dedicaba a cuidar del hogar como la mayoría de las esposas abnegadas de la
época, salía a la calle y convivía con los tipos más violentos, borrachos y
mariguanos de la colonia. Ahora todo eso nos suena a una época simpática e
inocente, pero no seamos gandallas y pensemos que escuchar a The Rolling Stones
y a Eric Burdon era realmente radical en la clase media mexicana de los
sesentas.
Pronto, el nieto favorito de su
abuelo materno, el exmayor carrancista Carlos Saldaña, se convirtió en un
problema para la familia. No sabemos qué tan graves fueron sus peleas en la
escuela, pero fueron suficientes para que su padre lo enviara a un internado en Baton Rouge, Lousiana. La vida gringa era
maravillosa, no podía compararse con el
aburrido DF de los sesentas. El asunto es que Parmenides era un hombre de
extremos, así que pronto descubrió los bares de negros en Nueva Orleans y dejó la
escuela para vivir el desmadre. Obviamente, pronto su padre lo hizo regresar.
Para su hermano menor, Edmundo, fue una ventaja, le trajo “blonde on blonde de dylan, paint it
black de los stones y varios más lovin spoonfull young rascals”[3] (sic).
Hablando
del hermano, al parecer fue el único con el que tenía una relación amable, se
peleaba con toda su familia: con sus padres por ser tan cuadrados, con su
hermano mayor por tecnócrata, con su hermana por fresa, con su hermano menor
por defender a todos los anteriores. Ahora él es el heredero, no sabemos si su
historia es real pero afirma:
Para mí lo disfruté mucho desde niño porque me llevaba a
conciertos de música clásica; así como vivía todas sus demostraciones que hacía
en la familia. Siempre lo estaba observando y siempre esperando que llegara a
la casa con algun rollo, era un protagonista en la casa, me tocó estar siempre
sobre el escritorio que todavia existe, siempre viendo y viviendo su desmadre
intelectual y artistico, es decir de libros y discos y llamadas por
telefono a infinidad de gueyes importantes y las llamadas que las chavas
le hacían etc, y despues nos juntamos más, ya que crecí y entré a trabajar
compartí con él discos y pláticas y me enseñaba sus escritos lo que yo le
insistía era que escribiera más de literatura, entonces escribía y me lo leía a
ver que me parecía, yo me sentía raro porque qué pedo, yo quien soy para opinar
de literatura, pero cuando sonaba chingón se lo decía y le ponía mucho empeño
en escribir y que fuera bueno. Un día me dijo a pesar que ya había editado Pasto
verde y El rey criollo, “soy Escritor”.
Era un cuate sumamente tierno y amoroso y por el otro lado
tuve que vivir sus grandes arrebatos e inclusive llegar a los golpes para que
no chingara, así era él cuando decidió recriminarle a todo mundo y madrearlos o
espantarlos como a muchos intelectuales por lo cual le guardan aún rencor y
miedo, yo tambien le entré al quite sobre todo cuando agredió a mi familia,
todo fue cambiando y empeorando, pero era sumamente cariñoso con todo tipo de
personas; nos dio lecciones de dejarnos de nuestros prejuicios clasemedieros,
era estupendo y cuando empezaba a hablar a narrar a hacer juicios era
impresionate todos se quedaban apantallados de su capacidad, inteligencia y
cultura, según me dicen varios cuates que lo conocieron, Parménides era un
genio.[4]

Finalmente,
logró que su padre lo corriera de casa. Lo recibió Gustavo Greene, ahí Parme se
dedicó a escribir viviendo de la única manera en que se sentía feliz: durmiendo
a las dos de la mañana, despertándose temprano para meterse todo tipo de droga.
Escribiendo enloquecidamente. Todo ese tiempo saltando de hoyo fonqui en bar en
casa de algún amigo que tuviera fiesta. Odiando a su familia que le echaban en
cara que desperdiciara su vida.
Pero, contrario
a lo obvio, era un buen momento de su vida. Es la etapa de su vida más productiva,
escribió Pasto Verde y En la ruta de la onda. Pero pronto todo
se vino para abajo, tal vez por varias razones: su ineptitud para soportar el
alcohol y las drogas y su poca habilidad para conseguir una chica que lo
aguantara lo pusieron en el camino de la autodestrucción. Le daba por
enamorarse de las esposas y novias de sus amigos, también por destruir las
casas de sus amigos como Emmanuel Carballo, Ricardo Vinos, Juan Tovar y casi la
de José Agustín. Le gustaba mucho romper discos: “Parme con sus ojos verdes incendiados tomó
los disco de Alejandro y los empezó a romper, que Pink Floyd, vale madres y los
aventaba, que los Rolling Stones, los aventaba que, Eric Burdon, los
aventaba... dice Alejandro que nada mas dijo "no pues sí"...”[5]
José
Agustín cuenta: “A Margarita y a mí nos cayó una madrugada, nos insultó en
todos los idiomas y pateó la puerta hasta que el portero lo sacó a rastras;
nosotros, del otro lado, nunca nos atrevimos, oh culebras, a dar la cara. Pero
no es fácil darle la cara a un pinche loco desatado.”[6]
También
destruyó la casa de sus padres y sus hermanos le pusieron una madriza de
aquellas, pronto conoció las paredes de un hospital siquiátrico.
En otra
ocasión lo atropelló un camión y se la pasó seis meses en una silla de ruedas.
Parecía un pordiosero, el típico teporocho de la ciudad de México, pero todavía
estaba más o menos lúcido. Se entristecía porque sus amigos le daban la vuelta,
ya no lo aguantaban. Y es que sí era un tipo complicado. Hasta su amiga del
alma, con quien se hablaba de usted, Elena Poniatowska lo corrió de su casa.
También
le gustaba pelearse con las grandes estrellas de la república de las letras.
Por ejemplo, un día, muy enojado fue a madrear a Octavio Paz nomás porque en la
revista Plural lo había ignorado al formar una antología de literatura joven.
Uno de los encargados de la antología, Ignacio Solares, tuvo que detener a
Parme quien iba derechito a la oficina de Paz. Esta intervención permitió que
el poeta se pudiera esconder en el baño. Al final, nuestro autor terminó
dominado por Solares y otra persona.
Y es que
le gustaba retar a la autoridad, según Agustín se enfrentaba a los policías con
estos maravillosos argumentos: “Chinga tu madre, pinche tira naco, pendejo,
culero, ¿quién eres tú?, un pobre pendejo, les decía, en cambio yo he leído a
Mailer, a Cortázar, a Revueltas.”[7]
Una de
sus mejores anécdotas es el día que, siendo invitado a una boda de alta
sociedad, aburrido, observando la hipocresía natural de un evento así, decidió
subirse a la mesa del pastel, bajarse la bragueta y ponerse a orinar en el
hermoso y angelical postre.
Se hizo
amigo de Alex Lora, a final de cuentas los dos provenían de la misma clase
social acomodada. Entraba y salía de los manicomios, se perdía cada vez más
seguido, aunque en ocasiones quería trabajar. El fondo fue cuando llegó a casa
de sus padres para, una vez más, destruir todo y asesinar a su madre. Lo
intentó dos veces. Terminó en la cárcel y salió más loco que nunca. Sus últimos
días son depresivos. Aislado en un cuarto de azotea en la colonia Polanco,
vivía de lo poco que podía publicar en Excelsior gracias a la intervención de
su tía Magdalena Saldaña quien trabajaba en el periódico. Sus textos carecían
de gracia e inteligencia, su locura había invadido su escritura de la peor
manera posible. El 19 de septiembre de 1982, a los 38 años murió solo,
probablemente por culpa de una pulmonía mal cuidada, aunque el reporte médico
informa que se había bebido siete copas antes de morir. Diez días tomó que
alguien se diera cuenta de su muerte.
Para no
dejarlos con este final, transcribo una parte del cagado manifiesto que entre
José Agustín y Parménides redactaron al formar el Partido El Patín del Diablo.
(Exigimos) que se suprima el himno nacional y en su lugar se ponga “You
can´t always get what you want”, porque los mexicanos no debemos estar al grito
de guerra sino al grito de ¡ajúa!;
que se quite el águila de la bandera y se le reemplace con una cola de
mota, como recomienda Mad;
que Los Pinos se vuelva jardín público dedicado a las manifestaciones
del arte, mainly del nuestro; deberá haber cabañas para cagar, cabañas para
leer, ¡cabañas para coger! Más cabañas a petición;
que todos anden encuerados aunque haga mucho frío porque el calor es
interno y el respeto a la chaqueta ajena es la paz, o hazte tu chaira pero no
salpiques, porque, como dijo Octavio Paz, fuera máscaras, y se lo cogió
Carrillo Flores.[8]
Texto leído en la presentación de Pasto Verde, reeditado por Jus, junto a Miki Guadamur y Carlos Velázquez el día 9 de marzo del 2012 en la Kaffe Haus al interior de la librería Gandhi en Torreón, Coahuila.
[1] Agustín, José; Contra la corriente, Diana, México,
1991, p. 27
[2] Ángeles, Rosa Carmen; “Una
de Parménides García Saldaña”, Pastoverde08,
(en línea) http://pastoverde08.wordpress.com/una-de-parmenides-garcia-saldana/
(Fecha de consulta: 21 de mayo del 2012)
[3] Ramos, Antonio;
“Parménides García Saldaña, el hermano”, Nuevos instintos, 17/01/2011, (en
línea) http://kozameh.wordpress.com/2011/01/17/parmenides-garcia-saldana-el-hermano/
(Fecha de consulta: 21 de mayo del 2012)
[4] Ibidem
[5] García Saldaña, Edmundo;
“Sobre el Three Souls in my Mind”, Parménides
García Saldaña, 23 de mayo del 2010, (en línea) http://parmenidesgarciasaldana.blogspot.mx/2010/05/sobre-el-three-souls-in-my-mind.html
(Fecha de consulta, 21 de mayo del 2012)
[6] Agustín, José; Op. Cit. pp.
21-22
[7] Agustín, José; Op. Cit. p.
25
[8] Agustín, José; Op. Cit, p.
21
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